Ansiedad al salir de la zona de confort
Por qué es difícil salir de tu zona de confort
Desde que tengo uso de razón, soy una persona ansiosa. Mi abuelo murió cuando yo tenía cuatro años y algunos de mis primeros recuerdos consisten en ataques de pánico cada vez que me quedaba sola. En mi mente, tenía que mantener a mis seres queridos a la vista en todo momento, para que no hubiera ninguna posibilidad de que desaparecieran, tal y como hizo mi abuelo.
A partir de ese momento, empecé a superar lentamente mis miedos a la separación de la familia. Sin embargo, nuevas ansiedades empezaron a ocupar su lugar. Tanto si estaba nerviosa por conocer a gente nueva como si sentía pánico por un cambio inesperado, mi ansiedad me consumía por completo y parecía no tener fin, sin salida.
En algún momento de mi último año de instituto, un amigo me sugirió que empezara a hacer ejercicio para aliviar el estrés. El primer día en el gimnasio fue una fuente de ansiedad en sí misma. Entre registrarme, encontrar una máquina abierta y decidir qué hacer a continuación, todo el proceso era totalmente abrumador.
Separarse de la gente conocida es algo que da miedo en una época en la que estás constantemente conectado, estés donde estés. Puedes estar en la cima de una montaña aparentemente solo, pero con miles de personas en el bolsillo.
¿Cuál es su zona de confort?
Internet está lleno de citas sobre cómo salir de la zona de confort. Aunque el consejo es motivador, es más fácil decirlo que hacerlo. Como persona que padece un trastorno de ansiedad, forzarme a salir de mi zona de confort empeora mi ansiedad.
En mi último año de instituto, tuve la oportunidad de ser la presentadora de un desfile de moda. Aunque mi trastorno de ansiedad social siempre me ha hecho evitar las situaciones sociales, sabía que esta era una gran oportunidad.
Decidí forzarme a salir de mi zona de confort. Sin ningún plan ni práctica sobre cómo hablaría delante de cientos de personas, subí al escenario. Tan pronto como los brillantes focos me golpearon, mis manos empezaron a temblar. Se me secó la garganta y oí cómo me latía el corazón. Acabé teniendo un ataque de pánico en el escenario y tuve que marcharme.
Según mi experiencia, los consejos como “simplemente ve a por ello” o “oblígate a vivir situaciones incómodas” nunca funcionan si no tienes un plan concreto paso a paso sobre cómo vas a afrontar la situación. Después de mi fiasco en el escenario, me juré a mí misma que nunca más volvería a subirme a un escenario.
Salir de la zona de confort en el trabajo
No salga de su zona de confort, ¡amplíela! 9 de marzo de 2021Pete BurbidgeCultura, Liderazgo, Londres y el sureste, Noticias, BienestarPara la mayoría de las personas, gran parte de su día transcurre en lo que se conoce como “zona de confort”. Se trata de un espacio seguro en el que sabemos lo que nos espera y tenemos un control seguro sobre nuestra forma de actuar y los resultados que obtenemos. Sin embargo, el problema es que es muy fácil sentirse demasiado cómodo aquí. Los hábitos de autocomplacencia, procrastinación e inercia pueden empezar a arraigar y, si no se controlan, pueden empezar a afectar a nuestra vida personal y profesional, impidiendo que persigamos objetivos, nos esforcemos y desafiemos nuestras capacidades, lo que hace que se nos escapen grandes oportunidades. Entonces, ¿qué podemos hacer para asegurarnos de que nuestra zona de confort no nos atrape en una prisión autoimpuesta y nos impida hacer lo que realmente nos importa? Siga leyendo para descubrirlo.
El filósofo inglés Bertrand Russell dijo una vez que “las cadenas de la costumbre son demasiado ligeras para sentirlas hasta que son demasiado pesadas para romperlas”. La investigación sobre los hábitos ha puesto de manifiesto que tienden a desarrollarse en un nivel subconsciente, y que el titular a menudo no es consciente de su existencia. Mientras que algunas de nuestras actividades y patrones de comportamiento habituales están diseñados para apoyarnos y servirnos de forma positiva, otros pueden ser menos saludables.
Ejemplos de zonas de confort
En la calidez de nuestra zona de confort, la vida se siente segura y familiar. Más a menudo de lo que nos gustaría admitir, es difícil encontrar la motivación para salir de ella. Pero cuanto más nos quedamos atrapados en nuestra zona de confort, más oportunidades perdemos de sumergirnos plenamente en la experiencia humana.
Dentro de la zona de confort, las personas no suelen participar en nuevas experiencias ni asumir ningún reto. Sólo participan en actividades que les resultan familiares, lo que les hace sentirse “en control” de su entorno.
Las personas permanecen en su zona de confort para evitar sentimientos de ansiedad o estrés, y dolor. Cualquier cosa que se salga de la zona de confort crea incertidumbre, y la incertidumbre nos hace sentirnos ansiosos. Naturalmente, los seres humanos están programados para evitar estos sentimientos. Esto hace que sean reacios a salir de su zona de confort.
Por ejemplo, permanecer en un trabajo insatisfactorio durante años hace que te sientas quemado y desvinculado. Sin embargo, se ha convertido en tu zona de confort. Sabes que eres capaz de hacer más, pero aventurarte y desafiar tus límites te asusta porque implica incertidumbre.