Ansiedad reflejada en el cuerpo

Ansiedad reflejada en el cuerpo

Cómo puede manifestarse físicamente la ansiedad

La directora general de una empresa emergente está sentada en la oficina que acaba de alquilar para su compañía de rápido crecimiento. Es hora punta, pero las calles de fuera están tranquilas, al igual que los 600 cubículos vacíos de la puerta de su oficina. Ayer mismo, su equipo directivo tomó la difícil pero crucial decisión de enviar a todo el mundo a casa para trabajar en el futuro inmediato. En 30 minutos tiene que dirigir una videoconferencia para tranquilizar a sus empleados. Pero está desanimada, ansiosa y simplemente asustada.

¿Cómo puede dirigir con autoridad y fuerza cuando se siente ansiosa? ¿Cómo puede inspirar y motivar a los demás cuando su mente y su corazón van a toda velocidad? Y si escondes el miedo en un intento de ser un líder, ¿a dónde va a parar?

La ansiedad, por supuesto, tiene un propósito. Nos protege de los daños. El psicólogo Rollo May escribió por primera vez en 1977: “Ya no somos presa de tigres y mastodontes, sino del daño a nuestra autoestima, del ostracismo de nuestro grupo o de la amenaza de salir perdiendo en la lucha competitiva”. La forma de la ansiedad ha cambiado, pero la experiencia sigue siendo relativamente la misma”. En otras palabras, aunque a los humanos de hoy no nos persiguen los depredadores, nos persigue la incertidumbre sobre la salud de nuestros seres queridos, si tendremos trabajo la semana que viene o el año que viene, si nuestra empresa quebrará… preocupaciones que provocan las mismas respuestas neurológicas y físicas.

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La ansiedad se presenta de muchas maneras diferentes

No exactamente. Julie también tiene diabetes. Y aunque le encanta su trabajo, se siente ansiosa por llevar un negocio. A menudo se enfada consigo misma y se enfada con los demás por pequeños errores. Y lo que es más aterrador, a pesar de controlar cuidadosamente su nivel de azúcar en sangre, entra en coma una o dos veces al mes. ¿Qué ocurre?

Siguiendo el consejo de su médico, Julie prueba las clases de Reducción del Estrés Basada en la Atención Plena (MBSR) junto con su programa habitual de atención a la diabetes. Las prácticas de MBSR ayudan a Sylvia a reducir la velocidad y a prestar realmente atención a su cuerpo.

Julie empieza a darse cuenta de cuándo está bajando su nivel de azúcar en sangre, por lo que puede comer para evitar entrar en un coma diabético. También le resulta más fácil controlar su diabetes con insulina, probablemente porque la reducción de su ansiedad ayuda a reducir sus hormonas del estrés. Su ira, producto del estrés, también desaparece.

La historia de Julie es un gran ejemplo de lo que llamamos la conexión mente-cuerpo. Esto significa que nuestros pensamientos, sentimientos, creencias y actitudes pueden afectar positiva o negativamente a nuestro funcionamiento biológico. En otras palabras, ¡nuestra mente puede afectar a la salud de nuestro cuerpo!

Formas en que puede manifestarse la ansiedad

La amígdala – Donde las emociones dan forma a la percepción, el aprendizaje y los recuerdos Capítulo revisado por pares de acceso abierto La amígdala y la ansiedad Escrito por Sergio Linsambarth, Rodrigo Moraga-Amaro, Daisy Quintana

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La ansiedad es una respuesta fisiológica que encontramos en la vida cotidiana. Aunque normalmente la asociamos con una amenaza, la ansiedad puede ser provocada por una amplia gama de situaciones. Normalmente, podemos sentirnos ansiosos cuando el resultado de una situación futura es incierto. Por ejemplo, cuando nos convocan para reunirnos con nuestro jefe, cuando nos preparamos para una cita o cuando estamos frente a alguien que nos gusta y tratamos de decidir si hablamos con esa persona o no, aunque no acabemos haciéndolo. También nos sentimos ansiosos cuando queremos hacer o tener algo en exceso. La ansiedad aparece también como un rasgo común en nuestras estresantes actividades de la vida diaria. Cuando estamos estresados, nos volvemos nerviosos, hiperreactivos y, a veces, fáciles de enfadar. De hecho, la ansiedad es tan común que es uno de los síntomas más frecuentes en los trastornos psiquiátricos y neurológicos, y suele aparecer en la mayoría de las enfermedades crónicas.

Ansiedad reflejada en el cuerpo en línea

Grupos benéficos como San Vicente de Paúl informan de un aumento del 38% en las donaciones, año tras año, a medida que nos deshacemos de la ropa, los libros y los artículos del hogar que no “despiertan alegría” o no tienen un lugar en nuestro futuro.

También puede hacernos menos productivos, desencadenando estrategias de afrontamiento y evasión que nos hacen más propensos a picar chatarra y ver programas de televisión (incluidos los que tratan sobre otras personas que están desordenando sus vidas).

En 2011, unos investigadores de neurociencia que utilizaron imágenes de resonancia magnética funcional (IRMf) y otras mediciones fisiológicas descubrieron que despejar el desorden del hogar y el entorno de trabajo daba lugar a una mayor capacidad de concentración y procesamiento de la información, así como a un aumento de la productividad.

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El desorden puede hacernos sentir estresados, ansiosos y deprimidos.  Una investigación realizada en Estados Unidos en 2009, por ejemplo, reveló que los niveles de cortisol, la hormona del estrés, eran más altos en las madres cuyo entorno doméstico estaba desordenado.

El desorden también puede tener implicaciones en nuestras relaciones con los que nos rodean. Un estudio estadounidense de 2016, por ejemplo, descubrió que el desorden de fondo hacía que los participantes fueran menos capaces de interpretar correctamente las expresiones emocionales de las caras de los personajes de una película.

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