Ansiedad y aparato digestivo

Ansiedad y aparato digestivo

Serotonina intestinal

Los trastornos funcionales del sistema digestivo, como el síndrome del intestino irritable, se asocian a menudo con trastornos afectivos, como la depresión, la ansiedad, el pánico y el trastorno por estrés postraumático (TEPT). Algunas de estas asociaciones se observan no sólo en poblaciones clínicas, sino también en muestras poblacionales, lo que sugiere una relación con los mecanismos fisiopatológicos que subyacen tanto a la disfunción gastrointestinal (GI) como a ciertos trastornos afectivos. Los factores de estrés sostenidos y agudos que amenazan la vida desempeñan un papel importante en la aparición y modulación de los síntomas GI, así como en el desarrollo de los trastornos afectivos y el TEPT. Se propone un modelo neurobiológico que intenta explicar el desarrollo de la hipersensibilidad visceral, la disfunción neuroendocrina y autonómica característica de los trastornos GI funcionales, así como la superposición con los trastornos afectivos.

Reducir la ansiedad

Los síntomas de ansiedad intestinal pueden aparecer y desaparecer raramente, ocurrir con frecuencia o persistir día tras día. Por ejemplo, tener problemas intestinales de vez en cuando y no tan a menudo, tenerlos de forma intermitente o tener problemas intestinales todo el tiempo y todos los días.

Esta reacción de supervivencia suele denominarse respuesta de lucha o huida, respuesta de emergencia, respuesta de lucha, huida o congelación (algunas personas se congelan cuando tienen miedo como un “ciervo atrapado en los faros”) o respuesta de lucha, huida, congelación o desmayo (ya que algunas personas se desmayan cuando tienen miedo)[1][2].

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Sin embargo, cuando las respuestas al estrés se producen con demasiada frecuencia, por ejemplo, por un comportamiento demasiado aprensivo, el cuerpo no puede completar su recuperación. La recuperación incompleta puede hacer que el cuerpo permanezca en un estado de semipreparación de la respuesta al estrés, lo que llamamos “hiperestimulación de la respuesta al estrés”, ya que las hormonas del estrés son estimulantes.

La hiperestimulación puede provocar los cambios de una respuesta de estrés activa aunque no se haya activado una respuesta de estrés. En consecuencia, los cambios de la respuesta de emergencia mencionados pueden volverse crónicos, lo que puede causar problemas y síntomas intestinales crónicos.

Digestión del estrés

Probablemente no sea una sorpresa que los problemas estomacales puedan causar estrés, pero también pueden provocar importantes problemas de salud mental. Las dolencias estomacales más fuertemente asociadas a la ansiedad y la depresión parecen ser afecciones como el síndrome del intestino irritable (SII). Sin embargo, un estudio de la Universidad de Stanford de 2011 descubrió que incluso los problemas digestivos de corta duración pueden provocar problemas de salud mental más adelante.

Los investigadores partieron de la premisa de que los niveles de estrés de una persona pueden verse exacerbados por el estado de su intestino. Esto llevó a los científicos a creer que los trastornos gastrointestinales pueden afectar al bienestar psicológico de un individuo. Basándose en esta hipótesis, los científicos trabajaron con ratas que tenían graves problemas gástricos cuando tenían entre 8 y 10 semanas de edad. Utilizando marcadores de depresión y ansiedad, los investigadores descubrieron que estas ratas tenían más probabilidades de estar deprimidas y ansiosas que las que no habían experimentado las mismas dificultades. Esto hizo que los científicos concluyeran que los trastornos gástricos durante el inicio de la vida parecen provocar que el cerebro pase a un estado de depresión y ansiedad permanentes.

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Dolor de estómago por ansiedad

Cada vez son más las investigaciones que apoyan la idea de que nuestro intestino y nuestro cerebro están estrechamente conectados, tanto física como químicamente. Tanto es así que algunos científicos consideran que nuestro estómago es nuestro “segundo cerebro”.

Estamos empezando a descubrir que este eje intestino-cerebro es probablemente una calle de doble sentido, también. Es decir, nuestro estado mental puede afectar a nuestro intestino -esa sensación de “mariposa” nerviosa-, pero nuestro intestino puede afectar a nuestro estado mental. Por lo tanto, tener un trastorno digestivo, como el síndrome del intestino irritable (SII), puede ser un factor en la salud mental de alguien.

Uno de los sistemas corporales a los que afecta es nuestro sistema parasimpático. Este sistema es responsable de nuestras vías digestivas, la respiración y el ritmo cardíaco. Si alguna vez ha realizado un entrenamiento de variabilidad del ritmo cardíaco (VFC) con nosotros en Neuropeak Pro, es su nervio vago el que ha ayudado a regular su ritmo cardíaco y su respiración. También tiene sentido que desempeñe un papel en la salud mental y digestiva.

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Curiosamente, los estudios han sugerido que el estrés puede afectar a la forma en que este nervio envía señales. Aunque la investigación está en sus primeras fases, esta respuesta podría contribuir a los problemas gastrointestinales. Otro estudio descubrió una relación entre las personas que padecen el síndrome del intestino irritable o la enfermedad de Crohn y una función reducida del nervio vago.

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