Bacterias intestinales y ansiedad

Bacterias intestinales y ansiedad

Salud intestinal salud mental

Si alguna vez se ha dejado llevar por su instinto a la hora de tomar una decisión o ha sentido “mariposas en el estómago” cuando está nervioso, es probable que esté recibiendo señales de una fuente inesperada: su segundo cerebro. Escondido en las paredes del sistema digestivo, este “cerebro en el intestino” está revolucionando la comprensión de la medicina sobre los vínculos entre la digestión, el estado de ánimo, la salud e incluso la forma de pensar.

Los científicos llaman a este pequeño cerebro sistema nervioso entérico (SNE). Y no es tan pequeño. El SNE son dos finas capas de más de 100 millones de células nerviosas que recubren el tracto gastrointestinal, desde el esófago hasta el recto.

A diferencia del gran cerebro del cráneo, el SNE no puede hacer el balance de la chequera ni componer una nota de amor. “Su función principal es controlar la digestión, desde la deglución hasta la liberación de enzimas que descomponen los alimentos, pasando por el control del flujo sanguíneo que ayuda a la absorción de nutrientes y la eliminación”, explica el doctor Jay Pasricha, director del Centro de Neurogastroenterología del Johns Hopkins, cuyas investigaciones sobre el sistema nervioso entérico han atraído la atención internacional. “El sistema nervioso entérico no parece capaz de pensar como lo conocemos, pero se comunica con nuestro gran cerebro, con resultados profundos”.

Depresión de las bacterias intestinales

Una revisión de estudios publicada hoy en la revista General Psychiatry sugiere que se podría ayudar a las personas que experimentan síntomas de ansiedad tomando medidas para regular los microorganismos del intestino mediante alimentos y suplementos probióticos y no probióticos.

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Cada vez son más las investigaciones que indican que la microbiota intestinal -los billones de microorganismos del intestino que desempeñan importantes funciones en el sistema inmunitario y el metabolismo al aportar mediadores inflamatorios esenciales, nutrientes y vitaminas- puede ayudar a regular la función cerebral a través de algo llamado “eje intestino-cerebro”.

Por ello, un equipo de investigadores del Centro de Salud Mental de la Facultad de Medicina de la Universidad Jiao Tong de Shanghai se propuso investigar si existían pruebas que respaldaran la mejora de los síntomas de ansiedad mediante la regulación de la microbiota intestinal.

Los probióticos son organismos vivos que se encuentran de forma natural en algunos alimentos y que también se conocen como bacterias “buenas” o “amistosas” porque luchan contra las bacterias dañinas y evitan que se instalen en el intestino.

Conexión cerebro-intestino

La conexión entre el cerebro y el intestino no es una broma; puede relacionar la ansiedad con los problemas estomacales y viceversa. ¿Ha tenido alguna vez una experiencia que le haya hecho sentir “tripas”? ¿Ciertas situaciones le producen “náuseas”? ¿Ha sentido alguna vez “mariposas” en el estómago? Utilizamos estas expresiones por una razón. El tracto gastrointestinal es sensible a las emociones. La ira, la ansiedad, la tristeza, la euforia… todos estos sentimientos (y otros) pueden desencadenar síntomas en el intestino.

El cerebro tiene un efecto directo sobre el estómago y los intestinos. Por ejemplo, el mero hecho de pensar en comer puede liberar los jugos del estómago antes de que llegue la comida. Esta conexión va en ambas direcciones. Un intestino con problemas puede enviar señales al cerebro, al igual que un cerebro con problemas puede enviar señales al intestino. Por lo tanto, el malestar estomacal o intestinal de una persona puede ser la causa o el producto de la ansiedad, el estrés o la depresión. Esto se debe a que el cerebro y el sistema gastrointestinal (GI) están íntimamente conectados.

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Esto es especialmente cierto en los casos en que una persona experimenta un malestar gastrointestinal sin una causa física evidente. En el caso de estos trastornos gastrointestinales funcionales, es difícil tratar de curar un intestino afligido sin tener en cuenta el papel del estrés y las emociones.

Dolor de estómago por ansiedad

Las bacterias que viven en el intestino humano ejercen una extraña influencia sobre el estado de ánimo, la depresión y otros aspectos, pero no estaba claro cómo las bacterias que habitan en el vientre ejercen el control remoto del cerebro (SN: 4/2/16, p. 23). Ahora, una investigación realizada en roedores sugiere que los microbios intestinales pueden alterar el inventario de microARN -moléculas que ayudan a mantener las células en funcionamiento gestionando la producción de proteínas- en las regiones del cerebro implicadas en el control de la ansiedad.

Cada vez hay más pruebas que indican “que la forma en que pensamos y sentimos podría estar controlada por nuestra microbiota intestinal”, afirma el coautor del estudio, Gerard Clarke, psiquiatra del University College Cork (Irlanda). Por ejemplo, la presencia o ausencia de bacterias intestinales puede influir en que un ratón muestre comportamientos similares a la ansiedad, como evitar las luces brillantes o los espacios abiertos.

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Clarke y sus colegas compararon ratones normales, cuyo tracto gastrointestinal estaba repleto de bacterias, con ratones criados en entornos estériles, cuyos intestinos no contenían ningún microbio. Los investigadores descubrieron que en las regiones del cerebro implicadas en la regulación de la ansiedad -la amígdala y el córtex prefrontal- los ratones sin microbios presentaban una sobreabundancia de algunos tipos de microARN y una escasez de otros en comparación con los ratones normales. Después de que los científicos expusieran a algunos ratones esterilizados a los microbios, los niveles de microARN de los roedores se aproximaron más a los de los ratones normales.

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