Cosas positivas de la ansiedad

Cosas positivas de la ansiedad

Es bueno un poco de ansiedad

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La mayoría de las personas ven la ansiedad y el miedo como emociones muy desagradables, especialmente las personas con un trastorno de ansiedad como el trastorno de ansiedad generalizada (TAG) o el trastorno de ansiedad social. Esto se debe a que la ansiedad y el miedo suelen estar asociados a sensaciones corporales incómodas, como el aumento de la frecuencia cardíaca, la tensión muscular, la sudoración, los pensamientos acelerados, la falta de aliento y la visión de túnel. De hecho, la ansiedad y el miedo suelen considerarse “emociones negativas”.

Aunque la ansiedad y el miedo pueden resultar desagradables o incómodos, no son en absoluto negativos. De hecho, cumplen una función muy importante.  Sería muy difícil desenvolverse en la vida sin estas emociones.

La ansiedad y el miedo son emociones humanas naturales. Son el sistema de alarma de nuestro cuerpo. Se producen en respuesta a situaciones en las que podemos estar en peligro o en riesgo de sufrir algún tipo de daño. El miedo es una emoción que se experimenta cuando nos encontramos realmente en una situación de peligro, mientras que la ansiedad es una emoción que se produce cuando esperamos o anticipamos que puede ocurrir algo desagradable.

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Efectos negativos de la ansiedad

También puede ser algo positivo. Sentirse ansioso por algo como un examen o una prueba de conducir puede ser una motivación para estudiar y practicar. Pero a veces, los sentimientos de ansiedad pueden llegar a ser abrumadores e interferir en nuestra vida diaria.

La ansiedad es algo que todos sentimos. Es una experiencia que tenemos y no una parte de lo que somos. Las situaciones nuevas o desafiantes, como conocer a gente nueva o hablar en público, pueden hacer que nos sintamos ansiosos.

La gente suele decir que siente que algo está “mal”, que se siente incómoda o que le preocupa que pueda ocurrir algo malo. Estos son sólo algunos ejemplos. Cada persona es diferente y puede experimentar la ansiedad de distintas maneras.

Podemos empezar a decirnos a nosotros mismos que somos incapaces de enfrentarnos a ciertas situaciones, o que no somos lo suficientemente buenos. Tenemos un millón de maneras de criticarnos a nosotros mismos y eso no ayuda. Nos hablamos a nosotros mismos de formas que nunca hablaríamos a otra persona.

Es fácil entonces empezar a imaginar todo tipo de escenarios negativos. Por ejemplo, alguien podría tener una expresión divertida al pasar junto a ti. Podemos empezar a sacar conclusiones a partir de ahí sobre las cosas negativas que estaban pensando sobre nosotros. En realidad, es posible que tengan otras cosas en mente.

Cómo utilizar la ansiedad como fuerza

La ansiedad es algo más que sentirse estresado o preocupado. Aunque el estrés y los sentimientos de ansiedad son una respuesta común a una situación en la que nos sentimos bajo presión, suelen pasar una vez que la situación estresante ha pasado, o el “factor estresante” ha desaparecido.

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Todo el mundo se siente ansioso de vez en cuando. Cuando los sentimientos de ansiedad no desaparecen, ocurren sin ninguna razón en particular o dificultan la vida cotidiana, puede ser el signo de una condición de ansiedad.

La ansiedad es la enfermedad mental más común en Australia. Por término medio, una de cada cuatro personas -una de cada tres mujeres y uno de cada cinco hombres- sufrirá ansiedad en algún momento de su vida1.  En un periodo de 12 meses, más de dos millones de australianos sufren ansiedad2.

Historias positivas sobre la ansiedad

Cuando tenía nueve años, mi primer terapeuta me diagnosticó un trastorno de ansiedad. Mis padres me arrastraron al tratamiento después de pillarme repetidamente limpiando su baño. No me importaba, pero estaba confundida. No veía nada malo en lo que hacía: organizar el botiquín por colores y tamaños, tirar los antibióticos caducados y los frascos pegajosos de jarabe para la tos. Mi parte favorita era limpiar el fregadero con agua tibia, sintiendo que mis preocupaciones se desvanecían con los rastrojos y los restos de jabón. La limpieza me daba la sensación de que podía encontrar el orden interior entre el caos exterior: nuestro estrecho apartamento de Nueva York, los murmullos del difícil matrimonio de mis padres, los dolores del crecimiento de la adolescencia.

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Ahora, dos décadas después, sigo confiando en la limpieza como mecanismo de afrontamiento de mi ansiedad. Mi actual terapeuta me anima a “sentarme con el sentimiento” en su lugar, y a veces puedo tolerarlo. Hay mañanas en las que puedo levantarme, ducharme y seguir con mi día con relativa facilidad. También hay mañanas, como la de hoy, en las que me siento presa en un laberinto de pensamientos negativos. Dar paseos me ayuda. Colocar una almohadilla térmica en mi estómago también lo hace. Por ahora, estoy sentada con mi ansiedad, bebiendo mi café matutino, recordándome a mí misma que debo estar agradecida por mi sistema de apoyo y las herramientas que me ayudan a controlar.

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