Mecanismos de defensa contra la ansiedad

Mecanismos de defensa contra la ansiedad

La ansiedad como mecanismo de defensa

Según Freud, la súper situación es el ego que quiere evitar la ansiedad. En ese momento, los mecanismos de defensa vienen como un salvador para salvar al ego de estos sentimientos no deseados. Un mecanismo de defensa es una reacción repentina desarrollada por el ego como salvaguarda para proteger la mente de la ansiedad. En su teoría psicoanalítica, Freud habló de que los mecanismos de defensa salvan nuestra mente de los pensamientos a los que no queremos enfrentarnos.

El mecanismo de defensa protege a la mente consciente de los pensamientos no deseados. Según Freud, el ego, que se ocupa de resolver y mantener el equilibrio entre el id y el superego, se enfrenta a dificultades y pensamientos conflictivos. El mecanismo de defensa del ego lo protege del id y del superego.

Utilizamos los mecanismos de defensa en la mayoría de los casos de forma consciente, pero a veces se difumina la realidad de forma inconsciente para salvar al ego de la destrucción. Olvidar el trabajo desagradable puede ser el mejor ejemplo de un mecanismo de defensa. Los mecanismos de defensa son, por supuesto, saludables para vivir una vida equilibrada. Sin embargo, su uso excesivo puede crear problemas y, por ello, la persona puede ser considerada un escapista que siempre intenta evitar enfrentarse a los problemas.

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Los mecanismos de defensa son procesos inconscientes que sirven para proteger al yo de la experiencia dolorosa de la ansiedad. Se defienden de la ansiedad despertada por amenazas externas al yo o por impulsos, pensamientos o emociones internas que entran en conflicto con los valores de la familia, la sociedad o las propias normas o identidades interiorizadas. Los mecanismos de defensa no cambian las circunstancias externas; se emplean para reducir la conciencia de la ansiedad cuando un conflicto se percibe como abrumador, incontrolable o inalterable. En efecto, los mecanismos de defensa reducen la experiencia consciente de la ansiedad negando o distorsionando la propia percepción del significado o la realidad de una situación. Son un medio inconsciente de mantener a uno mismo y a los demás fuera de la conciencia, disfrazando motivos, sentimientos o deseos inaceptables.

Ejemplos de mecanismos de defensa del ego

El trastorno de pánico está presente en el 2,9% de las mujeres y en el 1,3% de los hombres de la población urbana mexicana; aproximadamente dos tercios de estos pacientes tienen un trastorno depresivo asociado. La genética y los factores psicosociales se entrelazan en la etiología de este trastorno. Existen varios estudios relacionados con el papel de los mecanismos de defensa en la patogénesis de los trastornos psiquiátricos. En México se han realizado pocos estudios sobre los trastornos de ansiedad y hay poca evidencia sobre la importancia de los mecanismos de defensa que están presentes en estos trastornos. En el DSM-IV-TR, los mecanismos de defensa o estilos de afrontamiento se definen como “procesos psicológicos automáticos que protegen al individuo contra la ansiedad y contra la conciencia de peligros o estresores internos o externos”. Los individuos a menudo no son conscientes de los procesos mientras operan”.

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El propósito de la presente investigación fue identificar el uso diferencial de los mecanismos de defensa en controles normales y en pacientes con trastorno de pánico solo o complicado principalmente con trastornos del estado de ánimo, y los pacientes que respondieron o no respondieron al tratamiento psicofarmacológico.

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Sigmund Freud sostenía que, cuando se le colocaba en una situación psicológicamente peligrosa o amenazante, era probable que el paciente recurriera a mecanismos de defensa para protegerse. En un contexto psicoanalítico, una amenaza peligrosa es algo que desafía el autoconcepto o la autoestima del paciente (Baumeister, Dale y Sommer, 1998).

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Inicialmente, Freud argumentaba que estas amenazas eran pulsiones básicas (específicamente pulsiones sexuales y agresivas) que estaban en desacuerdo con el ego (Baumeister et al., 1998); por ejemplo, sentirse atraído sexualmente por el propio hijo.

Más tarde, Freud refinó su teoría cambiando el enfoque hacia la preservación de la autoestima. Específicamente, postuló que cuando la autoestima y la imagen de sí mismo del paciente se veían desafiadas o amenazadas, éste recurría a ciertas estrategias cognitivas o mentales para proteger su autoestima (Baumeister et al., 1998).

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