Omega 3 depresión y ansiedad dosis

Omega 3 depresión y ansiedad dosis

Ácidos grasos omega-3 para los trastornos del estado de ánimo y otros

Método: Se reclutó a un total de 72 pacientes ambulatorios con depresión diagnosticada por primera vez. Se utilizó la dosis diaria de 2,4 g/día de AGPI n-3 o placebo más venlafaxina durante más de 12 semanas. Los resultados se evaluaron mediante la escala de depresión de Hamilton (HAMD), la escala de ansiedad de Hamilton (HAMA), el inventario de depresión de Beck (BDI) y la escala de ansiedad autocalificada (SAS).

Resultados: Ambos grupos mostraron una mejora en las características clínicas en la semana 4 y en la semana 12 en comparación con la línea de base. La tasa de respondedores para la ansiedad en el grupo de AGPI n-3 (44,44%) fue significativamente mayor que la del grupo de placebo (21,21%) en la semana 4 (χ2 = 4,182, p = 0,041), mientras que en la semana 12 no se observaron diferencias (χ2 = 0,900, p = 0,343). La tasa de respondedores para la depresión tanto en la semana 4 (χ2 = 0,261, p = 0,609) como en la semana 12 (χ2 = 1,443, p = 0,230) no mostró diferencias significativas entre los dos grupos. Un análisis más detallado reveló que el Cuestionario de Trauma Infantil (CTQ) tenía una correlación positiva con el HAMA (r = 0,301, p = 0,012), el SAS (r = 0,246, p = 0,015), el HAMD (r = 0,252, p = 0,038) y el BDI (r = 0,233, p = 0,022) con el análisis de correlación de Pearson. La Escala de Calificación del Apoyo Social (SSRS) tuvo una correlación negativa con la SAS (r = -0,244, p = 0,015) y el BDI (r = -0,365, p = 0,000).

Ácidos grasos Omega-3 – Salud mental y emocional

Los nutricionistas consideran que las grasas omega 3 son “esenciales” porque el organismo no puede fabricarlas. En su lugar, deben consumirse en la dieta o, en algunos casos, pueden transformarse de una forma a otra tras su consumo.

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Los aceites omega 3 se encuentran sobre todo en el pescado azul, como la caballa y el salmón. Una opción alternativa son los suplementos de omega 3. Estos suplementos pueden facilitar la consecución de una dosis deseable y evitar la impracticabilidad o el olor de cocinar regularmente el pescado.

Los aceites de omega 3 han cobrado notoriedad en las últimas décadas debido a la plétora de beneficios que parecen ofrecer a nuestra salud; afirmaciones que se han demostrado repetidamente en ensayos clínicos cuidadosamente controlados. Las investigaciones han demostrado, por ejemplo, que las grasas omega 3 pueden ser eficaces para reducir la inflamación del organismo. De este modo, se cree que los omega 3 pueden ayudar a reducir muchos factores de riesgo asociados a las enfermedades cardiovasculares, a influir positivamente en las molestias de las enfermedades inflamatorias de las articulaciones, como la artritis reumatoide, y -lo más relevante para este artículo- a afectar a la función cerebral.

5 beneficios de los ácidos grasos omega-3 con base científica

La depresión y la ansiedad se encuentran entre las enfermedades más comunes con una importante carga de morbilidad en todo el mundo (Holmes et al., 2018; Kessler et al., 2005). Muchas personas que padecen enfermedades mentales no se benefician de las intervenciones tradicionales, como la psicoterapia o la medicación (Cuijpers et al., 2016; Locher et al., 2017; Weisz et al., 2017).

Un factor modificable que puede contribuir a mejorar la salud mental es la dieta. Las dietas occidentales modernas han llevado a un consumo excesivo de alimentos densos en energía, sacrificando nutrientes esenciales que el cuerpo no puede sintetizar, como los ácidos grasos poliinsaturados omega-3. Estos se encuentran de forma natural en el pescado azul, las semillas de lino y las nueces, y desempeñan un papel clave en el desarrollo y el funcionamiento del sistema nervioso central (Li et al., 2021). El omega-3 puede dirigirse a los procesos de inflamación (Grosso et al., 2014, Matsuoka et al., 2017), lo que se ha relacionado previamente con la depresión en una pasada revisión de Active Ingredients (Simmons et al., 2020). Los estudios observacionales y correlacionales también han sugerido que las tasas de depresión y ansiedad pueden ser menores en los países con un alto consumo de pescado (por ejemplo, Matsuoka et al., 2017). En consecuencia, esto ha llevado a un mayor interés de investigación en la suplementación con omega-3 para la depresión y la ansiedad.

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Omega 3 como tratamiento de la depresión y la ansiedad

El aceite de pescado es una fuente animal de grasas poliinsaturadas omega-3 DHA y EPA. Se encuentra más abundantemente en pescados grasos como el salmón y el atún, o como suplemento de píldoras o aceite. El aceite de pescado es ampliamente conocido y utilizado en el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, los estudios han revelado que también puede utilizarse para muchas otras funciones cerebrales, como el tratamiento de los trastornos del estado de ánimo y la depresión.

Los omega-3 son grasas esenciales. El cuerpo no puede producirlos por sí mismo. Las fuentes alimentarias de Omega-3 incluyen los pescados grasos como el salmón, el atún y la caballa; las nueces; y el aceite de linaza y canola. Los ácidos Omega-3 también están ampliamente disponibles en forma de suplementos, ya sea en forma de aceite de pescado o de linaza. El Instituto Nacional de Salud identifica como función principal de los omega-3 la de ayudar a reducir el dolor y la inflamación y mejorar las funciones cerebrales y nerviosas.

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Existe un debate entre los investigadores sobre la eficacia del aceite de pescado en el tratamiento de la depresión. El Dr. Daniel Hall-Flavin, de la Clínica Mayo, cree que el aceite de pescado puede utilizarse para tratar los síntomas de la depresión y la ansiedad. En una edición de 2009 de “Neurosignals”, un estudio sugirió que el aceite de pescado puede tratar los síntomas de la depresión junto con la medicación. Una revisión en “Age and Nutrition” afirma que existe una relación inversa entre la incidencia de la depresión estacional y la cantidad de Omega-3 presente en el plasma sanguíneo de un individuo. Sin embargo, el Dr. Michael Maes, en “Neuroendocrinology Letters”, concluye que el DHA Omega-3 del aceite de pescado puede interferir con la función de los fármacos antidepresivos habituales, pero el EPA Omega-3 no interfiere con la función de los antidepresivos.

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