Que hacer cuando tienes hambre por ansiedad

Que hacer cuando tienes hambre por ansiedad

No tengo apetito

Aunque esté dentro del rango normal, un nivel bajo de azúcar en sangre puede provocar síntomas similares a los de la ansiedad. La sensación de hambre es la forma que tiene el cuerpo de avisar de que es hora de repostar (los alimentos que ingerimos se convierten en azúcar en sangre, que se convierte en el combustible que da energía al cuerpo).

Además, cuando el cuerpo se estresa en exceso (se hiperestimula), por ejemplo por un comportamiento demasiado ansioso, necesita más combustible para seguir funcionando, ya que el estrés grava los recursos energéticos del cuerpo con más fuerza y rapidez de lo normal.

También puede ser útil evitar las comidas rápidas y con alto contenido de azúcar, que pueden metabolizarse rápidamente, provocando un fenómeno de “pico y luego caída”, en el que el azúcar en sangre aumenta repentinamente y luego cae rápidamente a un nivel inferior al normal después de que el cuerpo haya consumido el pico de azúcar en sangre.

La combinación de una buena información de autoayuda y el trabajo con un terapeuta, entrenador o consejero experimentado en trastornos de ansiedad es la forma más eficaz de abordar la ansiedad y sus numerosos síntomas. Hasta que no se aborden las causas principales de la ansiedad -que llamamos los factores subyacentes de la ansiedad-, la lucha contra el malestar por la ansiedad puede volver una y otra vez. Tratar los factores subyacentes de la ansiedad es la mejor manera de abordar la ansiedad problemática.Terapeutas disponiblesPedir citaRecursos adicionales

Cómo superar el miedo al hambre

Hay mucha verdad detrás de la frase “comer por estrés”. El estrés, las hormonas que desencadena y los efectos de los “alimentos reconfortantes” ricos en grasas y azúcares empujan a la gente a comer en exceso. Los investigadores han relacionado el aumento de peso con el estrés y, según una encuesta de la Asociación Americana de Psicología, aproximadamente una cuarta parte de los estadounidenses califican su nivel de estrés como 8 o más en una escala de 10 puntos.

  Que hacer para combatir la ansiedad

A corto plazo, el estrés puede desactivar el apetito.  El sistema nervioso envía mensajes a las glándulas suprarrenales, situadas encima de los riñones, para que bombeen la hormona epinefrina (también conocida como adrenalina). La epinefrina ayuda a desencadenar la respuesta de lucha o huida del cuerpo, un estado fisiológico acelerado que suspende temporalmente la alimentación.

Pero si el estrés persiste, la cosa cambia. Las glándulas suprarrenales liberan otra hormona, el cortisol, que aumenta el apetito y puede aumentar la motivación en general, incluida la motivación para comer. Una vez que el episodio estresante ha terminado, los niveles de cortisol deberían descender, pero si el estrés no desaparece -o si la respuesta al estrés de una persona se queda atascada en la posición de “encendido”- el cortisol puede permanecer elevado.

Con hambre pero sin ganas de comer

Amy Morin, LCSW, es la editora en jefe de Verywell Mind. También es psicoterapeuta, autora del exitoso libro “13 Things Mentally Strong People Don’t Do” (13 cosas que no hacen las personas mentalmente fuertes) y presentadora del podcast The Verywell Mind.

Los artículos de Verywell Mind son revisados por médicos certificados y profesionales de la salud mental. Los revisores médicos confirman que el contenido es exhaustivo y preciso, y que refleja las últimas investigaciones basadas en la evidencia. El contenido se revisa antes de su publicación y en caso de actualizaciones sustanciales. Más información.

  Que hacer si te da un ataque de ansiedad

Los alimentos proporcionan a su cuerpo la energía que necesita para mantenerse sano. Su cerebro y su intestino trabajan juntos para determinar cuándo necesita comer y cuándo está lleno. Cuando no tienes apetito, es una señal de que puede haber algo mal.

La pérdida de apetito no suele ser una afección primaria. En cambio, es un síntoma de otro problema. A veces, la causa es pasajera, como en el caso de un virus estomacal. Pero otras veces, puede ser más duradera y requerir tratamiento.

Si has perdido el apetito durante unos días, es probable que no haya nada de qué preocuparse. Es normal experimentar pequeñas fluctuaciones del apetito con el tiempo. Pero si dura más de unos días, o si va acompañado de otros síntomas como fatiga, dolor o vómitos, póngase en contacto con su médico.

No puedo comer por la ansiedad

Se acerca una fecha límite de trabajo y acabas de tener una discusión con tu pareja. O tal vez sufras un trastorno de ansiedad. Sabes que deberías evitar los tentempiés azucarados o las golosinas saladas, y que esa mañana has desayunado de forma equilibrada, pero de alguna manera no puedes evitar comerte dos donuts en la reunión de la oficina. Te das cuenta de que es una mala decisión de la que te vas a arrepentir, pero es como si un campo magnético al que no puedes resistirte te atrajera hacia los donuts… y el nombre de esta fuerza invisible no es exactamente hambre.

  Hacer ejercicio calma la ansiedad

¿Te suena esto a ti? Si es así, puede que seas un comedor ansioso. En otras palabras, no sólo consumes alimentos para nutrir tu cuerpo o para darte el gusto de una buena comida, sino para suprimir los sentimientos de ansiedad, ya sean causados por una situación estresante o por una condición crónica como el Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG).

Hay varias razones por las que podemos recurrir al armario de los aperitivos cuando estamos ansiosos. Cuando comemos, activamos el sistema nervioso parasimpático (SNPS), que simula las actividades de “descanso y digestión” que tienen lugar cuando el cuerpo está en reposo. Estas asociaciones entre la comida y el confort están muy arraigadas y se remontan a la infancia, cuando nuestras madres nos amamantan para calmarnos y ayudarnos a dormir.

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