Puedo beber alcohol con ansiedad

Puedo beber alcohol con ansiedad

Efectos positivos del alcohol

Después de un día duro, muchas personas abren una botella de cerveza o vino para relajarse y desestresarse. Aunque al principio puede hacer que te sientas mejor, beber alcohol con regularidad puede empeorar el estrés y la ansiedad.

Tomar una copa es una solución rápida pero engañosa. El alcohol afecta a las sustancias químicas del cerebro, ralentizando (deprimiendo) el funcionamiento del cerebro y del sistema nervioso central. Afecta a la parte del cerebro que controla la inhibición (el proceso de frenar tus impulsos o ciertos comportamientos debido a factores como la moral o la falta de confianza). Por eso, después de una o dos copas puedes sentirte menos ansioso y más seguro de ti mismo, o “perder las inhibiciones”.

Los cambios químicos en el cerebro pueden hacer que empiecen a aparecer más sentimientos negativos, como ansiedad, depresión, ira o agresividad. Esto se debe a que el alcohol afecta a los neurotransmisores del cerebro. Son sustancias químicas que envían mensajes de un nervio a otro del cerebro. El alcohol impide que funcionen correctamente y tiene un impacto negativo en la salud mental y el bienestar.

Ataque de ansiedad

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Muchos adultos consumen alcohol de forma responsable. Para algunas personas, esto puede significar tomar una copa de vez en cuando para relajarse después de un largo día o para celebrar una reunión. En estas situaciones, el consumo de alcohol se considera socialmente aceptable, incluso habitual.

Sin embargo, incluso un consumo limitado de alcohol puede suponer un problema para algunas personas. En algunos casos, las personas que padecen ciertas enfermedades mentales, como la ansiedad o el trastorno de pánico, pueden desarrollar una relación poco saludable con el alcohol.

Una revisión de estudios publicada en 2012 descubrió que los trastornos de ansiedad y los trastornos por consumo de alcohol suelen darse juntos. Se han propuesto varias explicaciones para este vínculo, como la genética, el entorno de la persona y los mecanismos cerebrales relacionados con los síntomas de adicción y ansiedad. Dada la posible conexión, no es de extrañar que las investigaciones adicionales hayan demostrado que el tratamiento de una de las afecciones requiere abordar adecuadamente las otras.

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Algunas personas afirman que recurren al alcohol para que les ayude a reducir el estrés.    Sin embargo, las investigaciones demuestran que el alcohol puede hacer lo contrario.  Si bien es posible que te sientas temporalmente más relajado mientras bebes, el alcohol puede aumentar la cantidad de ansiedad que sientes al día siguiente de beber.

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Hay varias razones para ello, tanto biológicas como sociales.  En primer lugar, el alcohol modifica los niveles de serotonina y otros neurotransmisores en el cerebro.  Cuando los niveles de serotonina son bajos, las personas pueden experimentar sentimientos de ansiedad y depresión.    En segundo lugar, el consumo de alcohol provoca un pico de azúcar en la sangre.  Después de beber, los niveles de azúcar en sangre descienden, provocando sensaciones de mareo, debilidad e irritabilidad.  En tercer lugar, el alcohol causa deshidratación, lo que puede provocar náuseas, fatiga y palpitaciones.  Las palpitaciones, en particular, están asociadas a la sensación de ansiedad.

El consumo de alcohol también puede provocar ansiedad debido a que se lamenta de algo que ocurrió la noche anterior, o a que no es capaz de recordar lo sucedido.  Estos sentimientos provocan un estrés adicional, lo que no ayuda en absoluto cuando ya se tienen muchas cosas en la cabeza.

Drinkaware

Una bebida alcohólica puede hacer que te sientas mejor al principio, que te sientas confiado o relajado en entornos sociales, o que te distraigas. Pero beber demasiado o con demasiada frecuencia puede tener el efecto contrario en el estado de ánimo y el bienestar mental.

El alcohol puede afectar a todas las partes del cuerpo, incluido el cerebro y su química. El cerebro funciona mejor cuando sus sustancias químicas y procesos están en equilibrio. El alcohol altera ese equilibrio. Cambia los neurotransmisores, que son las sustancias químicas que ayudan a transmitir señales de un nervio (o neurona) a otro.

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La sensación de relajación que tienes cuando te tomas la primera copa es la señal de que la química de tu cerebro está empezando a cambiar. El alcohol está deprimiendo la parte del cerebro asociada a la inhibición, por lo que puedes sentirte más confiado y menos ansioso.      Beber también reduce los niveles de serotonina en el cerebro, una sustancia química que ayuda a regular el estado de ánimo. Cuando esto ocurre, las respuestas emocionales negativas, como la ira, la agresividad, la ansiedad o la depresión, pueden empezar a imponerse.

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