Que se siente cuando te da ansiedad

Que se siente cuando te da ansiedad

Síntomas de ansiedad social

La ansiedad ocasional es una parte normal de la vida. Muchas personas se preocupan por cosas como la salud, el dinero o los problemas familiares. Pero los trastornos de ansiedad implican algo más que una preocupación o miedo temporal. En el caso de las personas con un trastorno de ansiedad, la ansiedad no desaparece y puede empeorar con el tiempo. Los síntomas pueden interferir en las actividades diarias, como el rendimiento laboral, las tareas escolares y las relaciones.

El trastorno de ansiedad generalizada (TAG) suele implicar una sensación persistente de ansiedad o temor, que puede interferir en la vida diaria. No es lo mismo que preocuparse ocasionalmente por cosas o experimentar ansiedad debido a acontecimientos vitales estresantes. Las personas que padecen un trastorno de ansiedad generalizada experimentan una ansiedad frecuente durante meses, si no años.

Las personas con trastorno de pánico tienen ataques de pánico frecuentes e inesperados. Los ataques de pánico son periodos repentinos de miedo intenso, malestar o sensación de pérdida de control, incluso cuando no hay un peligro o desencadenante claro. No todas las personas que experimentan un ataque de pánico desarrollan un trastorno de pánico.

Las personas con trastorno de pánico a menudo se preocupan por el momento en que se producirá el próximo ataque e intentan activamente prevenir futuros ataques evitando lugares, situaciones o comportamientos que asocian con los ataques de pánico. Los ataques de pánico pueden ocurrir tan frecuentemente como varias veces al día o tan raramente como unas pocas veces al año.

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Ataque de ansiedad

Un poco de ansiedad puede ser útil; por ejemplo, sentirse ansioso antes de un examen puede hacer que esté más alerta y mejore su rendimiento. Pero un exceso de ansiedad puede hacer que te sientas cansado e incapaz de concentrarte.

Cuando te sientes ansioso o estresado, tu cuerpo libera hormonas del estrés, como la adrenalina y el cortisol. Éstas provocan los síntomas físicos de la ansiedad, como el aumento de la frecuencia cardíaca y de la sudoración.

Un poco de ansiedad está bien, pero la ansiedad a largo plazo puede causar problemas de salud más graves, como la presión arterial alta (hipertensión). También puede ser más probable que desarrolle infecciones. Si te sientes ansioso todo el tiempo o esto afecta a tu vida cotidiana, es posible que padezcas un trastorno de ansiedad o de pánico.

Tratamiento de la ansiedad

La ansiedad es algo más que sentirse estresado o preocupado. Aunque el estrés y los sentimientos de ansiedad son una respuesta común a una situación en la que nos sentimos bajo presión, suelen pasar una vez que la situación estresante ha pasado, o el “factor estresante” ha desaparecido.

Todo el mundo se siente ansioso de vez en cuando. Cuando los sentimientos de ansiedad no desaparecen, ocurren sin ninguna razón en particular o dificultan la vida cotidiana, puede ser el signo de una condición de ansiedad.

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La ansiedad es la enfermedad mental más común en Australia. Por término medio, una de cada cuatro personas -una de cada tres mujeres y uno de cada cinco hombres- sufrirá ansiedad en algún momento de su vida1.  En un periodo de 12 meses, más de dos millones de australianos sufren ansiedad2.

Trastornos de ansiedad

Si 2.600 millones de personas padecen una enfermedad, se podría pensar que todos estaríamos más familiarizados con ella. Después de todo, esa cifra representa el 33,7% de la población mundial. También representa la parte de esa población que en algún momento experimentará un trastorno de ansiedad, según los Institutos Nacionales de la Salud. Para esos miles de millones, la experiencia de la ansiedad clínica puede ir desde una inquietud persistente, distracción y una especie de apretón de todo el cuerpo, hasta la crisis paralizante de un ataque de pánico en toda regla. Todo ello es muy desagradable; todo ello es un estado del que se intenta escapar, lo que normalmente sólo lo empeora. Pero todo ello, afortunadamente, es diagnosticable, controlable y, en última instancia, tratable. La clave está en reconocer si la ansiedad alcanza el nivel de un trastorno clínico y, en ese caso, qué hacer al respecto.

La ansiedad puede, por definición, sentirse mal, pero eso no significa que sea mala. Hay un mundo amenazante ahí fuera y el cerebro necesita una forma de llamar la atención cuando se tropieza con el peligro. De ello se encargan dos regiones cerebrales: la amígdala, situada en el sótano del cerebro, y la corteza cerebral, más elevada y compleja. Como corresponde a su humilde ubicación, la amígdala procesa emociones muy básicas -miedo, ira, culpa, envidia- y las gestiona de forma rápida e irreflexiva. El miedo que se experimenta ante un desconocido amenazante y el que se experimenta ante una película de miedo hacen saltar las mismas alarmas de la amígdala, y lo hacen en 20 milisegundos, algo muy bueno si el peligro es real. La tarea de determinar si lo es o no pasa a la corteza cerebral, que analiza las cosas con más frialdad y responde a la amenaza o apaga la sirena que la amígdala ha activado.

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