Antiepilepticos para la ansiedad
Lamictal para la ansiedad
11. Mula M, Pini S, Cassano GB. El papel de los fármacos anticonvulsivos en los trastornos de ansiedad: una revisión crítica de la evidencia. J Clin Psychopharmacol. 2007;27:263-272.12. Montgomery SA, Tobias K, Zornberg GL, et al. Eficacia y seguridad de la pregabalina en el tratamiento del trastorno de ansiedad generalizada: una comparación de 6 semanas, multicéntrica, aleatoria, doble ciega y controlada con placebo de pregabalina y venlafaxina. J Clin Psychiatry. 2006;67:771-782.13. Feltner D, Wittchen HU, Kavoussi R et al. Long-term efficacy of pregabalin in generalized anxiety disorder. Int Clin Psychopharmacol. 2008;23:18-28.
Dosis de carbamazepina para la ansiedad
Todas las benzodiacepinas actúan sobre los receptores del ácido gamma-aminobutírico-A (GABA-A), pero hay varios subtipos diferentes de receptores GABA-A. Las benzodiacepinas pueden diferir en su afinidad por algunos de estos subtipos, lo que hace que tengan efectos diferentes.
Las investigaciones han demostrado que uno de los subtipos de GABA-A, llamado α-1-GABA-A, parece ser el responsable de moderar la sedación, la amnesia y la actividad anticonvulsiva. Otro subtipo, denominado α-2-GABA-A, modera la ansiedad.
Las benzodiacepinas que se clasifican como anticonvulsivos benzodiacepínicos tienen una mayor afinidad por el α-1-GABA-A. Algunos ejemplos de anticonvulsivos benzodiacepínicos son el clobazam, el clonazepam, el clorazepato, el diazepam, el lorazepam y el midazolam.
El diazepam y el lorazepam se utilizan normalmente para el manejo de emergencias convulsivas. El midazolam puede utilizarse a veces como alternativa a estos dos anticonvulsivos benzodiacepínicos, o para el tratamiento del estado epiléptico (convulsiones prolongadas y consecutivas sin recuperación intermitente de la conciencia).
Pregabalina para la ansiedad
De los casos de monoterapia (n = 56), la imepitoína fue el primer FAE con el que fueron tratados el 76,8% de los casos (n = 43), y el 21,4% restante (n = 13) habían sido tratados previamente con otro(s) FAE(s) cuyo uso se había interrumpido desde entonces. De los casos de politerapia (n = 29), el 44,8% (n = 13) habían recibido imepitoína como su primer FAE con FAE adicionales añadidos posteriormente, y el 55,2% (n = 16) recibieron imepitoína como complemento de la medicación FAE existente. Hubo una asociación significativa entre las convulsiones en racimo y el tipo de terapia, siendo más probable que los perros que sólo experimentaron convulsiones únicas fueran tratados con imepitoína como monoterapia (83,6%) que como politerapia (16,2%) (X
2 = 9,81, p = 0,002).Efectos conductuales No se encontró ningún efecto significativo del tratamiento con imepitoína en las cinco medidas conductuales, ni en toda la población (Tabla 1) ni cuando sólo se consideraron los casos de monoterapia (p > 0,05) (Fig. 2).Tabla 1 Cinco medidas conductuales del C-BARQ antes y después del tratamiento con imepitoína en perros tratados con imepitoína con o sin otros fármacos antiepilépticosTabla completa
Anticonvulsivos para la ansiedad y la depresión
Los trastornos de ansiedad son la clase más común de trastornos psiquiátricos, con una prevalencia a lo largo de la vida en Estados Unidos de alrededor del 32%, según la National Comorbidity Survey Replication (NCS-R) (1). Entre los trastornos de ansiedad, el trastorno de ansiedad social (TAS) y la fobia específica (PE) son los más comunes (1). Según la Organización Mundial de la Salud, hay unos 264 millones de personas en el mundo que sufren trastornos de ansiedad, lo que representa un aumento del 15% desde 2005 (2). La ansiedad puede provocar ausencias en el trabajo y en la escuela y tiene un coste mayor que otros trastornos psiquiátricos debido a su mayor prevalencia (3-5). A pesar de ello, en los últimos 5-10 años se han realizado muchas menos investigaciones sobre nuevos tratamientos farmacológicos para los trastornos de ansiedad en comparación con el número de ensayos farmacológicos experimentales sobre tratamientos para el trastorno depresivo mayor (TDM), el trastorno bipolar y la esquizofrenia (www.clinicaltrials.gov).
Parte de la razón de la relativa escasez de nuevos compuestos farmacológicos puede ser la existencia de medicamentos y psicoterapias eficaces para los trastornos de ansiedad aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), así como la percepción de que los trastornos de ansiedad se manejan adecuadamente con los tratamientos actualmente disponibles. Sin embargo, la bibliografía indica que sólo el 60-85% de los pacientes con trastornos de ansiedad responden (experimentan al menos una mejora del 50%) a los tratamientos biológicos y psicológicos actuales (6). Además, sólo la mitad de los que responden logran recuperarse (definidos como síntomas mínimos de ansiedad) (6). También hay pruebas que sugieren que los pacientes con trastornos de ansiedad, en particular el trastorno de ansiedad generalizada (TAG) y el TAS (7), tienen altas tasas de recurrencia y/o experimentan síntomas de ansiedad persistentes, especialmente si tienen un TEM comórbido (8). Podría haber varias explicaciones para la posible naturaleza refractaria de estos trastornos, como un diagnóstico erróneo, una mala adherencia al tratamiento, el consumo de sustancias u otras comorbilidades, aunque sugiere que los tratamientos convencionales pueden no ser eficaces para todos los pacientes y que deben desarrollarse farmacoterapias alternativas (9). Desgraciadamente, muchos de los tratamientos que se están investigando actualmente son simples modificaciones de tratamientos ya aprobados.