La ansiedad se puede contagiar

La ansiedad se puede contagiar

Estar cerca de alguien con ansiedad puede provocar ansiedad

Mis alumnos estaban esperando recibir un correo electrónico de Christina Paxon, la presidenta de la Universidad de Brown. Se rumoreaba que Brown podría cerrar por el resto del semestre y el anuncio estaba programado para salir temprano esa mañana. Pero aquí estábamos, a las 9 de la mañana, sentados en un seminario sin tecnología y sin acceso a nuestros teléfonos u ordenadores.

A pesar de que sus dispositivos estaban apagados, los teléfonos de mis estudiantes estaban haciendo agujeros en sus bolsillos. Mi política de ausencia de tecnología les impedía recibir información vital. ¿Se ha enviado ya el correo electrónico? ¿Qué iba a decir? Sus hombros caídos me decían que no estaban de humor para debatir. Necesitaban saber qué les iba a pasar hoy. Este correo electrónico iba a afectar a sus vidas de forma significativa, especialmente a las de mis alumnos de último año, algunos de los cuales estaban conteniendo las lágrimas. Su “primavera senior” estaba destinada a pasar a los libros de registro como la más memorable, y no en el buen sentido.

Quizá lo más difícil de esta pandemia sea la incertidumbre a la que nos enfrentamos todos. Incertidumbre sobre lo contagioso y mortal que es el Coronavirus. Incertidumbre sobre los viajes que hemos planeado. Incertidumbre sobre la economía. Incertidumbre sobre nuestros puestos de trabajo.

¿Es la depresión contagiosa?

El estrés y la ansiedad están íntimamente relacionados, pero se diferencian en dos aspectos distintos: uno es emocional y el otro es biológico. Sin embargo, el hecho de que una tropiece con la otra supone un ataque concertado contra tu salud física y tu salud mental. Lo más preocupante es que puede matar células cerebrales y reducir el tamaño del cerebro. Su poder, por tanto, es formidable.

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El estrés puede ser externo (del entorno, psicológico o de situaciones sociales) o interno (enfermedad o por un procedimiento médico). El estrés puede iniciar la respuesta de “lucha o huida”, una compleja reacción de los sistemas neurológico y endocrinológico.

El estrés y la ansiedad actúan conjuntamente. En primer lugar, la persona puede percibir una amenaza psicológica y, a continuación, se pone en marcha la reacción biológica de estrés. Como indicó Hans Selye, existe un Síndrome de Adaptación General que sigue un camino designado. El síndrome de Selye consta de tres etapas: alarma, resistencia y agotamiento. Trágicamente, la etapa final de agotamiento puede ser la muerte.

La ansiedad contagia la relación

Esta cita del conferenciante motivacional Jim Rohn es un buen elemento de reflexión. Piensa en las cinco personas de tu vida con las que pasas más tiempo y lo que eso dice de ti. Es un gran recordatorio de que toda la seguridad en uno mismo del mundo no puede protegerte de la influencia de los demás, al menos hasta cierto punto.

A menudo, recibimos influencias a diario, lo que hace que a veces sea difícil incluso reconocerlas.    Es más fácil notar la influencia en términos de conformidad o imitación cuando miramos a los demás. Sin embargo, el efecto que los estados de ánimo o los comportamientos de otros tienen sobre los nuestros suele ser inconsciente y puede llegar a ser problemático.

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Si trabajas o vives con alguien con ansiedad, es probable que captes sus formas de pensar. ¿Se ha sorprendido últimamente pensando en más escenarios de “qué pasaría si” que le hacen sentirse ansioso o desesperado? Esto puede ocurrir si una persona con la que pasas mucho tiempo siempre está imaginando los peores escenarios.

Si tu respuesta es “sí”, no dejes que eso agrave tus preocupaciones. El primer paso fundamental es tomar conciencia del impacto que la ansiedad de esta persona tiene en tu vida. Una vez que lo hagas, aquí tienes tres pasos para evitar que esa ansiedad se te contagie a ti:

Ansiedad de segunda mano

Según nuevos estudios, la ansiedad, al igual que cualquier otra enfermedad viral, es contagiosa.  La razón de ello es el hecho de que el cerebro humano está “cableado” para sentir empatía hacia las emociones de los demás, lo que puede ser la razón por la que tenemos tendencia a contagiarnos de los sentimientos de los demás.

Así que, si pones las noticias (especialmente con todo lo que está ocurriendo ahora), o trabajas junto a compañeros negativos/estresados, lo más probable es que acabes sintiéndote como ellos en algún momento. Sin embargo, esto no significa que no puedas hacer nada al respecto.

1.- Giro argumental: Dar un giro positivo a la conversación siempre es una buena forma de cambiar la sensación de la misma. Por ejemplo: Si tus compañeros se quejan del trabajo, haz una aportación positiva y menciona lo agradecido que estás de tener un trabajo… o habla de lo bueno que es tener una fuente de ingresos, etc. Se trata de reconducir la conversación a algo positivo o por lo que estés agradecido.

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2.- Nómbralo: En el caso de que sientas que “pillas” algo de ansiedad/estrés y no sepas por qué tómate una pausa y analiza el motivo que hay detrás. Muchas veces nos molesta una pequeña cosa ( por ejemplo, una máquina de café rota) y proyectamos esa emoción en todo lo que hacemos. Hacer una pequeña pausa para analizar el motivo de los sentimientos es una buena manera de gestionarlos con inteligencia emocional. De este modo, dejarás el sentimiento en la situación y no lo llevarás a todo lo demás.

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